sábado, 19 de noviembre de 2011

DILEMA ENTRE SOLIDARIDAD Y ETICA- LECCIONES DE UN ESCÁNDALO

Universidad es el lugar en el cual la sociedad y el Estado permiten el florecimiento de la más clara conciencia de la época. Allí pueden reunirse los hombres que, en calidad de docentes y alumnos, tienen la única misión de aprender la verdad. Carl Jaspers (Alemania) 1959

El mundo universitario y la sociedad entera de los Estados Unidos se encuentran en estado de shock por hechos escandalosos ocurridos desde hace unos quince años en la Universidad de Pennsylvania (Penn State) y revelados solamente hace pocos días. Se ha conocido que uno de los entrenadores asistentes de fútbol americano (Jerry Sudansky),  valiéndose de su poder y del atractivo que este deporte suscita en los jóvenes y niños menores de edad, los engañaba con falsas promesas de enrolarlos en programas de formación deportiva para obligarlos a realizar actos sexuales en las duchas de un gimnasio de la universidad y en su misma residencia.

Un estudiante de postgrado (Mike McQuery) que era asistente del equipo en 1998, y un aseador, lo sorprendieron con sus víctimas -niños varones- en actos verdaderamente repugnantes y criminales. Aunque la Ley en ese Estado obliga a cualquier persona a denunciar ante la policía cuando es testigo o sospecha de una agresión a menores de edad, tanto el estudiante de postgrado como el aseador prefirieron denunciar lo que vieron ante el superior jerárquico en la universidad. El superior en este caso era el entrenador jefe del equipo de fútbol de nombre Joe Paterno, figura icónica del fútbol americano, tanto en Penn State como en todo el país. El hoy octogenario Sr. Paterno tampoco acudió a la policía como era su deber. Prefirió denunciar el hecho ante sus superiores el Director de Deportes (Tim Curley) y el Vicepresidente Financiero (Gary Schultz)  mitigando un poco la gravedad de la versión de los testigos. Estos dos funcionarios decidieron, como gran cosa, prohibir el ingreso del violador al gimnasio, quitarle las llaves de las instalaciones deportivas y prohibirle traer niños al gimnasio; silenciaron todo el asunto para proteger el "buen nombre" de la Universidad y además, se cree, para evitar cualquier daño a la principal fuente de ingresos de la institución: su equipo de fútbol. El Presidente de la Universidad (Graham Spanier) fue informado de las decisiones de los funcionarios y las respaldó.

Aunque los hechos fueron cometidos hace años, solamente fueron conocidos por las autoridades mucho más tarde. La policía estatal detuvo hace dos semanas al entrenador violador y se entregaron los dos miembros de la administración ante quienes el Sr. Paterno denunció los hechos. A su vez, el organismo máximo de gobierno de la universidad (board of trustees) decidió despedir fulminantemente a Paterno y al presidente (Rector) Spanier de la Universidad. Por ahora las autoridades no han formulado cargos contra estos dos. Las protestas de los estudiantes, los jugadores y ex-jugadores que idolatran a Paterno no se hicieron esperar. La prensa deportiva también le ha expresado su apoyo. Los demás esperan la acción de la justicia.

Todo este escándalo ha generado una gran discusión académica sobre el principio de la ética versus la identidad institucional, el espíritu de cuerpo o la solidaridad entre los miembros de la misma institución. Por qué, se preguntan todos, personas íntegras en todo sentido, de trayectorias inmaculadas, honestos y confiables padres de familia, fallaron a la hora de tomar una decisión de tanta importancia e impedir así que se siguieran violando los derechos fundamentales de niños indefensos? 

Se ha hecho evidente en este caso que si se pasa la responsabilidad hacia arriba, se cree que se cumplió con el deber o por lo menos, opinan algunos especialistas en dinámica de organizaciones, es una forma de lavarse las manos. Otros especulan que todos trataron de ocultar los hechos por el temor de perder sus trabajos.

Finalmente se ha logrado todo lo contrario, Penn State está en el ojo del huracán, su prestigio o buen nombre ha sido duramente golpeado, su Presidente y otros directivos han sido despedidos y la práctica del deporte universitario ha revelado su lado más oscuro. El asunto aquí es la terrible equivocación en las prioridades de una comunidad, universitaria en este caso, en donde un número considerable de personas con capacidad de decisión pensaron que era más importante el buen nombre y la salud financiera de la institución que los derechos fundamentales de seres indefensos y vulnerables. 

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